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lunes, 31 de octubre de 2011

Capítulo 15: Paranoias y nerviosismo.

Álex me había mandado un sms en respuesta a los pocos segundos de entrar en el bus. Encontré un asiento en las últimas filas, me senté. Coloqué mi mochila encima de las piernas y saqué mi móvil de nuevo. Lo miré. Era horrible. Pronto lo cambiaría por uno nuevo, con internet, para poder whatsAppear con mis amigas. Finalmente lo desbloqueé y abrí el nuevo mensaje. Y loca de contenta fui a leerlo esperando ver escrito el nombre de Álex en el remitente. No sabeis cuál fue mi sorpresa cuando en el remitente no ponía su nombre, sino, un número desconocido para mí, que me ponía lo siguiente en el cuerpo del mensaje:
Pestosaaa :D has llegado ya a casa?? Seguro q te has qedado dormida en el bus, tontii!xD Un beso guapísima!
Vale. Estaba claro que ese no era Álex, y por otro lado, me dejaba claro que era Pablo. Pero no tenía ningún sentido que fuera él. Ni siquiera le había dado mi número. ¿Quién lo habría hecho? Finalmente, le contesté sin más demora.
Eyy, piojoso, qien te ha chivado que me he qedado frita?xDD #graciosillaOn No, no he llegad aún!:S oye, qien te ha dado mi número?xDD Un beso:)
Al enviarlo, reposé mi espalda en el asiento y tumbé mi cabeza hacia atrás. Me iba a explotar. Y me quedé aqí, pensando en Pablo, en lo extraño de la situación durante todo el día,  y él mensaje. Era, cuanto menos, raro. Y, por otro lado, Álex seguía sin dar señales de vida. No me contestaba al sms, y eso me estaba molestando.
Intenté pensar en cosas normales. Como que estaba en clase, estudiando o que no se había enterado. Pero de pronto, unas imágenes de unas tipas feas y provocativas, tipas universitarias que se besaban con Álex, asaltaban en mis pensamientos. Y realmente no sé por qué me vinieron de pronto estas inseguridades. Álex no me daba motivos. Pero yo era así, siempre me ponía en lo peor.Como consecuencia, me puse nerviosa y empecé a darle toques. Uno. Dos. Y hasta tres toques seguidos le di. Hasta que, al cabo de cinco minutos volvía a escuchar el sonido de mi móvil. Era un mensaje. Crucé los dedos para que fuera de Álex esta vez. Saqué el móvil y lo desbloqueé. Abrí el mensaje. Era de Pablo. Y de nuevo las imagenes de chicas explosivas que se besaban con Álex asaltaron mi mente.
Bueno, digamos q soy adivino ;) y por eso tngo tu numero y además, sé q te qedaste dormida!!xDD avísame cuand llegues no? qiero preguntarte 1cosa del examen de historia! Un beso enorme!
Le di un toque en señal de que lo había recibido y volvía a apoyar mi cabeza en el asiento con un gesto de pesadumbrez. Sinceramente, estaba preocupada por Álex. Ahora él ocupaba todos mis pensamientos, y tenía miedo de que todos los momentos que me dedicaba cada día se desvanecieran de pronto en un abismo oscuro. Tenía miedo. De algún modo presentía que algo no iba bien. Lo presentía.
Pulsé el botón de "Stop" y el autobús paró en la parada sieguiente y me bajé allí. Donde volví a cojer otro bús, y con éste, el último. Me senté, esta vez en uno de los asientos de delante, junto con un chico de mi edad. Era alto, moreno, y cejijunto. Llevaba unos cascos en las orejas y parecía escuchar música. Me senté a su lado, pero él ni siquiera me miró. Siguió leyendo unos papeles que parecían de física. No sé cómo podía estudiar y escuchar música a la vez. Busqué en el bolsillo pequeño de mi mochila y busqué los cascos. Escucharía música, a ver si así se me pasaba el dolor de cabeza. Abrí el reproductor de mi MP3 rosa y busqué en mi lista de reproducción una que me apeteciera escuchar. Y de pronto apareció ante mis ojos "Miedo" de Pablo Alborán. Y le di al play. Parece una estupidez, pero a veces parece que las canciones salen a nuestro encuentro cuando más las necesitas. Esa canción expresaba justo lo que sentía ahora. Miedo. Miedo de querer a Álex y que él ya no quiera volver a verme. De que justo cuando le he dicho que lo quiero, desaparezca de mi vida sin dar explicaciones, como la última vez.
"Y es que tengo mieeedo, miedo de quererte y que no quieras volver a verme..."
Me concentré en escuchar su voz, su majestuosa voz, y me limité a tararearla en mi interior. Y cuando más entusiasmada estaba con la música, escuché el sonido de un mensaje en mi mi móvil. Lo tenía en el bolsillo del pantalón. Lo saqué y leí:
Lo siento princesa, tenía el mvl en casa y acabo de llegar. Esta tarde? Uhmmm, creo q no puedo, tngo q hacer un trabajo con ls de clase. Te llamo luego, vale?? :D Qué pases buena tarde!^^ Te quiero mi amor!:)
Un suspiro de alivio salió expulsado por mi boca. Se lo había dejado en casa. Entonces, ¿por qué mi corazón seguía acelerado? No me convencía. Un trabajo. Nunca hasta ahora me había hablado de ese trabajo. Intenté tranquilizarme y olvidar todas esas paranoias que me estaban agobiando. Eran absurdas. Álex no me podía hacer eso que yo pensaba. O al menos, eso espero...
Finalmen, llegué a casa y me tumbé en el sofá. No había nadie. Mis padres estaban trabajando y mis hermanos también. No habría nadie hasta las diez. Sola para estudiar y repasar para el examen. Pues qué bien. Con este cacao no me iba a enterar de nada.
Me quedé frita en el sofá, y cuando me levanté sentí cómo me crujía el estómago. No había ni siquiera comido. Fui a la cocina y me puse el plato de comida en el microondas. Arroz. Pues tampoco es que fuera a comer mucho. Miré el reloj que coronaba la pared principal de la habitación y me sorprendí al comprobar que ya eran más de las cinco. A saber cuánto había dormido. Comí  a toda prisa, y mientras lo hacía, recordé que Pablo me había pedido que lo avisara. Se me ocurrió llamarlo a casa, pero no tenía su número. Así que cuando terminé de comer, le mandé un sms dándole el mío de casa para que me llamara y me preguntara lo que fuese.
No me contestó, y tampoco me llamó. Ya eran más de y media. Me senté en el sofá, encendía la tele y zappeé hasta que el teléfono sonó estruendósamente, asustándome.
-¿Sí?- dije asustada.
-Soy Pablo, ¿está Alicia?- su voz sonaba nerviosa, sentí cómo se le entrecortaba la respiración.Sonreí al imaginármelo.
-Sí, soy yo Pablo, ¿qué te pasaba?-dije dulce.

lunes, 17 de octubre de 2011

´Capítulo 14: Un día divertido.

Martes.´Martes lluvioso. Martes animado. Martes feliz gracias a él. A Álex. La tarde del lunes fue maravillosa. Sí, ¿quien me lo hubiera dicho por la mañana cuando decía que odiaba los lunes? Si todos los lunes fueran así, los amaría más que los sábados xD
Ayer conseguí decírselo. Conseguí decirle ese "te quiero" que llevaba días esperando salir. Y ahora me sentía ligera y feliz, como si esa pesadez en mi gargante y en mis pensamientos hubiera desaparecido. Lo quería y se lo había dicho, ya está.:)
Y para que este martes fuera mejor ( si cabe) mi madre me traía en coche, por hoy me olvido de autobuses. ¡Yuhuu!
-Te veo muy feliz, neni.- me dijo mi madre sonriendo a ver la felicidad marcada en mi cara risueña.
-Es que soy feliz, mamá. ¿Por qué no iba a serlo?- dije feliz mostrándole mi mejor sonrisa. Ella no sabía nada de Álex, al menos yo no se lo había contado. No por el momento, era pronto. Prontísimo. Aunque, de un modo u otro, sé que ella lo sabe. En lo más profundo de su ser, reconoce el motivo de tanta felicidad, y creo que le da miedo reconocerlo, pero que se alegra también.
-No sé, estás más de lo normal. Pero me alegra verte así, cariño. ¿Se debe a algún motivo en especial?- dijo pícara. Sonreí y contesté intentando no ruborizarme.
-Mmmmm... ¿a qué motivo te refieres, mamá?-tardé lo mío en contestar y como era de esperar, me ruboricé. Mucho. Me puse de los nervios y las manos me sudaban. Y ella se dio cuenta de ello, siempre me estaba riñendo para que aprendiera a controlar mis nervios porque, según ella, tendría problemas con ellos en un futuro. No era capaz de concentrarme en los examenes debido a ellos, y ella lo era consciente.
-No sé, dímelo tú.- ahora si que no sabía que decir. Y busqué y busqué en mi mente algo que pudiera decirle, pero nada era util. Ella ya lo sabía. Y nunca antes había agradecido tanto que la puerta del instituto estuviera ante mis ojos y que tuviera que entrar. Sonó el timbre en ese momento y recordé aquello de "salvados por la campana" ¡Qué razón guardaba esa frase!
-Mamá, llego tarde. Me voy corriendo. Adiós.- le di un beso en la mejilla y salí corriendo.
Cuando llegué a clase habían llegado todos. Hoy, había venido Ana. Estabamos las tres. ¡Qué bien! :)
Me senté en la mesa del centro, entre Ana y Claudia, como siempre y fui sacando los apuntes de lengua y el estuche.
-Ana, ¿qué te pasó ayer?- pregunté sin darle mucha importancia a la pregunta.
-No, nada, que tuve que ir al médico a sacarme sangre.
-Ah, bien. Odio las agujas.-dije mientras reía.
-Yo también, lo paso fatal...-dijo poniendo pucheritos. Entonces Claudia y yo empezamos a reir al unísono.Y ella se unió a nuestras risas.
En ese momento sentí como algo tiraba de mi pelo recogido en una coleta alta. Miré hacia atrás y descubrí que era Pablo, desde su mesa que me tiraba del pelo con una sonrisa en los labios.
-Ehhhh... ¿tan temprano y ya con bromitas?-y seguí riendo.
-¡Hay que empezar con buen pie la mañana, Pablito!- y seguí sonriendo. Creo que no le gusta que le digan Pablito, peroa mí me hacía gracia y él no me decía nada, pero entonces, su compañero Rafa empezó a bromear al respecto.
-Pablito, venga, ponte a hacer los deberes, ¡que no los has hecho!¡Vaya ejemplo de compañero tengo!-dijo mientras se reía se su comprañero amigablemente. Éste, le dio un porrazo en la cabeza, bromeando. Me hacían mucha gracia y no paraba de reír.
-Y tú, lo mismo,¡ a estudiar!-me dijo Rafa. Era un chico simpático este Rafa. Me caía bien desde el principio.
La clase de lengua pasó divertida. El profe era gracioso y hacía bromas para que no nos aburrieramos tanto a primera hora. Me caia muy bien, y además explicaba que daba gusto. Después, inglés, mi punto fuerte así que con eso no me aburría. Y la mañana se pasó así, riéndome con Claudia, Ana, Rafa y Pablo. Era curioso cómo había hecho lazos tan fuerte con aquellas chicas a las que apenas conocía. Les conté lo de Álex, por supuesto.
-Ohhhhhh... dame su número y que me presente a sus amigos, a ver si hay uno que se le parezca- dijo Ana riéndo. Yo reí también. Jajajaja Como Álex no hay dos. Pero no dije nada.
-¿Qué dices, guapa? Su amigo será para mí,¿no, Ali?. dijo Claudia mientras me lanzaba miradas graciosas, como si fuera un gatito. No pude más que reirme como una descosida.
-Bueeeno... como os quiero tanto a las dos, uno para cada una.- y entonces me acordé de aquel chico del cine, el que le gustaba a Elisa, y recordé que su seguía teniendo ese vacío en mi mente y que seguía si recordar su nombre. Era realmente curioso. Sonreí al recordarlo.
La clase de economía puso el broche final a la jornada y salí de clase con las chicas. Al instante, Pablo se unió a nuestra conversación mientras que me pidió que me esperaba, que hoy tenía que ir a comer a casa de sus tíos y que le cogía de camino irse conmigo hasta la parada del bus. Era un chico realmente encantador, y guapo. De alguna manera, se me parecía a Álex. Fue entonces, cuando me di cuenta de que todo me recordaba a él. Había pasado de ser un capítulo más en mi vida, una página rota y sin recomponer a ser muchas páginas de mi presente. Había conseguido olvidarlo, y ahora que me había reconquistado, ocupaba todos mis pensamientos. Me daba miedo que fuera así, pero no podía dejar de sentirme feliz. Lo echaba de menos. Y esta tarde no podría verle, porque tenía que estudiar de historia.
-Ey, pestosilla- me dijo Pablo alegremente, sacándome de mi ensimismamiento. Me hizo sonreir.-te veo pensativa, ¿qué te pasa? No será por lo de economía, ¿no?
-¿Qué es eso de pestosilla? ¿Eh? ¿Insinuas que no huelo bien?- y empecé a reirme y a hacerle burlas con la boca. A él pareció hacerle gracia porque reía como un estúpido.
-Uff, fatal, tia... jajajajaja.
-No, no es economía lo que me preocupe, aunque también. No me gusta, me aburre y no me entero de nada.
-¿Qué es lo que no entiendes? Puedo explicártelo si quieres. Para algo que entiendo...-sonreí y asentí.
-Sí, puedes explicármelo un día. Cuando terminemos con historia, ¿no?
-Claro, nena.-dijo poniendo voces masculinas, de esas voces peliculeras, haciéndome reir aún más.
Ya casi habíamos llegado a la parada del bus.
-Bueno, Pablito...-dije con retintín mientras sonreía- ¿qué tenemos mañana a primera?
-Uhmmm...¡ no me acuerdo!-y se rió mientras me hacía cosquillas por todos lados sin parar. Supuse que en señal de falsa molestia por lo de "Pablito". Yo reía como las locas. No soportaba las cosquillas. Desde siempre me entraba ese ataque de risa contagioso.
-¡Para, para!-dije jadeando de la risa-¡Por favor!- y poco a poco dejó de hacerme cosquillas, al mismo tiempo, la risa iba cesando.- Pues vaya compañero que me he buscado, ¡no se sabe ni el horario!- y volvía a reír a carcajadas.
-Le dijo la sartén al cazo...- dijo sonriente.
-Bueno, Pablito- dije mientras enfatizaba la última palabra- que me quedo ya aquí, nos vemos mañana, ¿eh?
-¡Ok, nena!¡Hasta mañana!- me dijo adiós con la mano y siguió caminando hacia adelante, hasta casa de sus tíos.
Me senté en los banquitos de la parada y busqué mi móvil en la mochila. Lo desbloqueé, abrí los mensajes y puse el nombre de la persona a la que se lo iba a enviar.
Para: Álex
Hola!! Q tal el dia? Yo estoy esperando el bus. Hablamos luego? Tequiero:)

domingo, 2 de octubre de 2011

Capítulo 13: Aiiins...

El cláxon del coche de Álex sonó tan fuerte como un trueno en plena madrugada. Me sobresaltó. Rápidamente me levanté, cogí mi bolso y salí de casa cerrando la puerta con llave. Salí por el portal con una sonrisa enorme mientras lo miraba feliz. Él parecía tener la misma expresión dibujada en su cara. Me miraba absorto mientras pasaba por delante de él para subirme al coche. Abrí la puerta, veloz y entré.
-¡Holaaaaa! ¿Adónde vamos? ¿Adonde vamos?-dije poniendo mi mejor voz de niña pequeña. Él se limitó a mirarme a los ojos mientras sonreía. Y tranquilamente se acercó a mí y me acarició los labios con los suyos mientras rozaba mi pelo con las manos.
-Es un secreto- dijo de pronto, feliz- Pero es una tontería, a lo mejor, no te gusta...-esta vez, sonó desilusionado.
-¿Cómo no me va a gustar? Aunque me llevaras a un basurero sería perfecto, estás tú...- me puse roja como un tomate. Debió ser la emoción del momento, porque yo no acostumbraba a decir este tipo de estupideces románticas, eso se lo dejaba a él. Pero lo dije. Y él, sin dejar de mirarme se rio a carcajadas y luego, me volvió a besar. Y me encantaba que lo hiciera, porque podría pasarme horas besándolo. Era tan maravillo estar con él... No era ninguna mentira lo del basurero. Y sin decir nada más, arrancó.
-¿Qué tal el día en clase?- preguntó sin más.
-Bueno, bien. Demasiado laargo, extremadamente. Pero bien, ya tengo algunos amigos con los que me llevo bien, se portan fenomenal conmigo- dije sin prestar demasiada atención a lo que decía. Estaba ansiosa por averiguar adónde me llevaba.
-Qué menos para una princesa- y rió.Y yo sonreí también. Después de todo me gustaba que me llamara así "princesa". Quedaba tan bien en sus labios que parecía que lo hubiera estado haciendo toda la vida.
Y con esas palabras me eché hacia atrás en el asiento e intenté relajarme mientras aspiraba el aire fresco de esa tarde. No quise imaginar hacia donde me llevaba así que decidí cerrar los ojos y esperar. Y así me llevé por lo menos un cuarto de hora hasta que sentí como el coche empezaba a parar y seguir continuamente debido al tráfico. Deduje que estabamos entrando en el centro o así, así que abrí los ojos para comprobarlo. Efectivamente estábamos en el Prado, y Álex se disponía a aparcar en algún sitio que hubiera libre. No decía nada, y en su cara se mostraba una expresión extraña que fui incapaz de interpretar. Decidí dejarlo pasar, no me apetecía estropear el momento.
Salimos del coche. Álex fue corriendo a encontrarse conmigo y esta vez llevaba su enorme sonrisa. Esa que taaanto me gustaba y que me hacía enloquecer :)
-¿Tienes alguna idea de adonde te llevo?- dijo sonriente.
-Pues no te creas...- pero no era del todo cierto. Me hacía mis ideas sin querer. Giralda, por ejemplo. O algún rinconcito romántico del barrio Santa Cruz, pero prefería callármelo y no arruinar la sorpresa. Me gustaba verlo así de entusiasmado. Qué mono estaba así :)
Recorrimos el trayecto en un romántico paseo agarrados de la mano. Hablando de cosas sin importancia, pero que me hacían tan feliz. Cuando Álex se paró y miré al frente descubrí la Plaza de España y enloquecí. No se me había pasado por la cabeza que me fuera a llevar allí. Era tan hermosa. Para mí, no había un lugar más bonito en toda Sevilla, ni siquiera en el mundo más mágico que aquel. Adoraba ese lugar.
-Álex, ¡me encanta esto! ¡Me encantaa!-dije loca de contenta. Él no podía parar de sonreir, orgulloso de su idea.
-Pues espera a ver el resto, ¡que todavía no sabes adonde vamos, princesa!
-¿Cómo? ¿Que no venimos a la Plaza de España?
-Shhh. Espera y verás...- me contestó dulcemente.
Nos adentramos por el sendero verde del parque María Luisa hasta llegar a la plaza. Álex me pidió que me quedara sentada en un banco un par de minutos mientras él iba a no se qué cosa. Qué raro resultaba todo aquello. No sé lo que hizo, pero volvió rapidamente con una enorme sonrisa en su boca y una repentina felicidad que creí que le iba a desbordar en unos instantes. Sonreí yo también muerta de curiosidad.
-Vamos, venga, que nos están esperando- dijo de pronto, y me agarró la mano mientras tiraba de mí hacia el canal de la plaza.
En el canal había unas cuantas barcas que reposaban en las aguas de la plaza. Solo una estaba habitada. Un hombre de unos cincuenta años nos sonrió cálidamente. Dentro de la barca había también un par de cojines rojos.
-¿De verdad vamos a subir en una?- dije emocionadísima. Me encantaba. Todo era super extraño. El canal estaba solo, no había ni una sola barca en movimiento, y la nuestra estaba adornada como si fuera una auténtica góndola y esa era muy extraño. Las barcas de aquí, no tenían ninguna de esas comodidades. No sé cómo lo hizo, pero me había conseguido sorprender enormemente.
-Claro, ¿es que no quieres?-bromeó. Y yo le di un pequeño golpe en el brazo mientras sonreíamos, cómplices.
Álex subió a la barca y se acomodó como pudo para encontrar el equilibrio y no caerse. Mientras, yo buscaba la forma se entrar a la improvisada góndola, con el miedo a caerme. Entonces, dos hermosas manos me tendieron toda su fuerza y apoyo. Ains, Álex. Suspiré y luego sonrerí. Lo miré a los ojos y le di las gracias mientras me apoyaba en  sus manos lo más fuerte que pude para no caerme. Luego, me senté a su lado mientras me acurrucaba contra su cuerpo. Hacía fresco allí abajo, pero no era el frío lo que me incitó a abrazarme a él, si no la felicidad que me embargaba en esos instantes. Y esos ojos verdes que me cautivaban cada día más. ¿Era eso posible? ¿Es que estaba empezando a enamorarme, otra vez? No lo quise pensar, así que me limité a mirarlo. A él, al paisaje, y a él otra vez. Era tan maravilloso estar allí...
-Gracias, Álex. Me encanta estar aquí, contigo. Es maravilloso. No sé cómo lo has hecho, pero esto es simplemente perfecto.- quise pronunciar esas dos palabras que me rondaban por la mente desde hacía días y que rozaban el filo de mis labios sin llegar a salir completamete. Me empezarian a ahogar si no  lo decía pronto, pero las reprimí un poco más. Álex me miró feliz, sin saber cómo reaccionar.
Me miraba, me miraba mucho. No podíamos dejar de mirarnos. Y de pronto, sentí un irreflenable deseo de besarlo. Busqué sus labios en la casi oscuridad de la ya empezada noche. Los busqué primero con los ojos, y los seguí con mis labios. A tientas, me acerqué a su boca, intentando no moverme en aquel momento con el zarandeo de la barca. Y de pronto lo besé, lo besé laaargo rato. Y noté cómo su lengua buscaba la mía. Y no quería parar. Nunca. Me gustaría quedarme así siempre, pero el paseo solo duró unos minutos más.
Al bajar de la barca, Álex me cogió de la mano y caminamos juntos hasta el coche. Locos. Felices. Enamorados...
El camino se hizo cortísimo y en silencio. De vez en cuando Álex me miraba mientras me acariciaba la pierna izquierda. Y me sentía realmente feliz.
De repente, el coche paró en seco, volviéndome a la realidad. Álex me miró a los ojos y me volvió a besar. Y me sentí pequeñita, completamente embriagada por el olor de su boca, de su piel, de su ropa. Y sentí el deseo de no separarme nunca de él, ni siquiera esa noche, que me hubiera gustado pasar junto a él. Dormir junto a él. Escuchar el sonido  de su respiración y despertar a su lado mientras un olor a café nos despertaba por la mañana. Pero eso era correr demasiado. Mejor me quedaba con la ilusión y el deseo.
Álex me miró, y se quedó pensativo de pronto.
-No quiero que te vayas todavía- dijo- quiero quedarme contigo un rato más.- y yo también lo necesitaba, pero no podía. Tenía instituto, y era tarde. Seguro que mi madre se enfadaría. Suspiré de coraje y apoyé mi cabeza en su pecho.
-No puedo. No puedo- dije mientras suspiraba. Y después. sentí un vacío enorme en mi interior. Quería quedarme con él. Allí. Acurrucados los dos.
Y nos quedamos así un ratito más, hasta que, esas dos palabras no pudieron soportar ni un minuto más y salieron deliberadamente sin que yo les diera permiso para pasar.
-Te quiero, Álex.  Te quiero mucho.
Álex sonrió y me besó. Y me volvió a besar y después dijo:
-Seguro que no más que yo, princesa.